El domingo de Carnavalito congregó a los comparseros en distintos lugares para cumplir con el entierro simbólico del muñeco. Miguel Parapaino, cacique del cabildo, manifestó que esta tradición se heredó desde la época misional y que recuerda la traición de Judas a Jesucristo. “Es como una muestra de arrepentimiento, por eso es el llanto en el momento del entierro” dijo.
San Javier, población de mucha tradición religiosa y cristiana, vive en estos días la Cuaresma y se prepara para la llegada de Semana Santa. Las familias han ingresado a un tiempo de recogimiento y de penitencia y muchos no comen carne roja los viernes.
El Cabildo Indígena de San Javier, fiel a su tradición, ha colgado la tambora, que no sonará hasta después del domingo de resurrección, según Valentín Tomichá, cacique mayor

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