Fotografías de sus apariciones en las fiestas carnavaleras son las reliquias más preciadas que conserva Arlinda Álvarez, porque junto con su esposo Gabriel Dabdoub Siwdy (+) escribió parte de la historia carnavalera cruceña. Se los recuerda como la pareja Dabdoub, que cada año deslumbraba con sus trajes y su alegría durante la fiesta grande.
Ellos no fueron miembros de comparsas, pero estaban inmersos en toda la organización del Carnaval. Sus principales apariciones eran en la coronación, en las precarnavaleras y el corso.
Esta vivencia comenzó cuando la comparsa Haraganes nombró a su hija Medul reina de la fiesta grande, en 1975. Hasta ese momento no se colocaban pasarelas para el paso de la reina, pero su esposo decidió instalar una en el local Mau Mau. “Se lució como una reina”, comenta al recordar la coronación de su hija.
Desde entonces comenzaron a ser parte de la historia carnavalera. Desde 1975 hasta hoy, las precarnavaleras salen de la casa de don Gaby, en la calle Ingavi.
La participación de esta pareja cruceña terminaba en el corso, porque los otros días del feriado viajaban. Después de la muerte de don Gaby, Arlinda guardó sus alegorías, aunque sigue inmiscuida en la organización del carnaval infantil junto con las rotarias, con quienes también realiza obras sociales.
Tras la muerte de su esposo, ella dejó de participar con alegorías. Él falleció en 2003, la noche de la coronación. Ese día se intentó suspender el acto, pero su familia decidió que continúe.
Impulsor de la fiesta
Todos los años que participaron en la fiesta grande, los preparativos arrancaban desde septiembre, incluso, paralizaban sus emprendimientos empresariales, pues la organización del Carnaval les consumía su tiempo. Su casa era el punto de encuentro para la organización; de hecho Arlinda dice orgullosa que allí nació la Asociación de Comparsas Carnavaleras de Santa Cruz. “En la casa tenía que haber comida y refrigerio para todos los policías que vigilaban el corso”, comenta Medul.
Su familia
La pareja tuvo seis hijos, tres mujeres y tres hombres. Arlinda disfruta de sus 20 nietos y ocho bisnietos. Ella le da todo el mérito a su esposo en el diseño de los trajes que vistieron por muchos años, pues cada uno representaba un tema en particular. Todas las fantasías las confeccionaba Jesús González junto a sus hijos.
Los materiales usados eran típicos de la región. “Nos fabricaba desde los zapatos”. Alrededor de 25 trajes de la pareja Arlinda los donó. “Han habido muchos cambios en la fiesta, pero ha sido para bien. El centro quedó muy chico, la ciudad creció, pero la alegría persiste”, concluyó
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