Son unos maestros. El duelo parecía real al momento de cavar y dejar bajo tierra al personaje que representa la fiesta grande de los cruceños.
Los 65 socios de la comparsa Picarones tuvieron el Carnavalito en su propia sede, donde acudieron junto a sus esposas e hijos. Desde mediodía hasta las diez de la noche, saborearon un churrasco y bailaron con las melodías del grupo Sabotaje.
A las cinco de la tarde de ayer, los coronadores de este año pusieron sobre hombros al muñeco (elaborado por Darko Landívar) y lo cargaron hasta su tumba. Durante todo el recorrido no dejaron de mezclar emociones: por un lado fingían llorar por la tristeza de que se les acabó la fiesta, pero por el otro no aguantaban las ganas de reír
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