Aunque Anabel Angus fue la estrella de la noche, la impuntualidad se robó el show. Y es que pese a que los grupos folclóricos abrieron el recorrido a las 19:40, algunas comparsas (sin carros ni reinas) lograron burlar la seguridad a la altura del séptimo anillo, ‘colándose’ delante del carro de la soberana, que finalmente hizo su paso por el palco oficial al promediar las 00:50. “Los coronadores debieron salir a las 21:30, pero el número de comparsas previas fue excesivo. Son 30.000 personas las que quieren saltar, y eso hace que todo sea lento”, explicó Joaquín Banegas, presidente de la ACCC.
Pese a esta situación, que provocó molestia en el público, el espectáculo se vio ordenado, colorido y muy alegre. La seguridad dentro del cambódromo, reforzada en los palcos oficiales y en el sector de las tarimas, fue evidente, aunque fuera del mismo faltó control.
Según los organizadores, cerca de 300.000 personas asistieron a la cita y, a diferencia del año pasado, se vieron pocas sillas vacías. “Es la primera vez que vengo, y lo hice porque quiero ver a la reina”, indicó María Elena Velasco que, junto a su familia, llegó desde el municipio de La Guardia para presenciar el espectáculo.
Corso, ¿for export?
Aunque se hicieron gestiones para ‘internacionalizar’ el Carnaval cruceño, el factor de exportación se cumplió a medias, ya que, a pesar de que se contó con la presencia del actor británico Jude Law en uno de los camarotes, los medios televisivos no transmitieron el show en su totalidad, restándole brillo a un corso que daba para mucho más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario