El humor, la creatividad, la ocurrencia y la burla a personajes de la política y de diversas esferas de la sociedad son las características del bando, uno de los elementos más arraigados en el Carnaval de Santa Cruz.
A pesar de que en los últimos tiempos la proliferación de actividades carnavaleras ha dejado relegada a esta tradición, los organizadores de la fiesta no quieren que muera, razón por la cual hoy se reunirán las comparsas tradicionales en la plaza 24 de Septiembre para leer los mejores bandos.
Contexto histórico
Según Ricardo Cronenbold, en su libro De bando en bando, no se tienen datos de cuándo empezó esta tradición en Santa Cruz de la Sierra. “Algunos de los que se animan a manejar la juerga histórica se atreven -no a ciencia cierta- a comentar que los primeros correos del Carnaval cruceño ocurrieron por los años 60 del siglo XIX”, señala Cronenbold.
Uno de los que sostiene esa tesis es el investigador y artista cruceño Carlos Cirbián, que recalca que al ser una tradición muy antigua heredada por la Colonia, se ha extraviado en el tiempo y no se tiene certeza de cuándo se recuperó.
Al respecto, Nino Gandarilla, miembro de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz, afirma que el bando, tal como lo conocemos hoy, data de la década de los 30 del siglo pasado. “Era lo que quedaba de los bandos coloniales. En algún momento se hacen los dos”, indica Gandarilla y pone como ejemplo un artículo publicado en 1988 por Remberto Gandarilla Suárez en el Calendario Folclórico Regional. En el mismo se destacan las características del bando que sobrevive hasta hoy y que se lee durante el rescatado Correo del Carnaval:
Atención, pueblo tababé,
que con las tripas vacías
he traído en jasayé
las ordenanzas de este día.
Yo, que con tanto empeño,
he querido con razón
a este pueblo cruceño
alegrarle el corazón
Yo, como dios de orgía
y viejo mandatario,
ordeno para estos días
se cumpla este rosario.
La esencia
A pesar de que la figura del bando se ha transformado casi por una cuestión obligatoria, ya que se nutre del contexto histórico, la esencia y el fin para el que ha sido creado se mantiene intacta, es decir, la ridiculización de situaciones y personajes conocidos de la sociedad.
“Es uno de los principales elementos que lo caracterizan. El Carnaval es la ocasión propicia para la inversión total del orden de las cosas y se aprovecha para satirizar y ridiculizar. Entonces, el bando sirve como medio ideal para difundir mensajes burlescos a diversos personajes”, explica Cirbián.
“Generalmente, los bandos son larguísimos. Hay otros que se publican en la prensa o a través de ediciones especiales y se venden al público. Más de una vez han provocado protestas y amenazas de juicios. Se trata de un tipo de literatura que merece leerse o escucharse con buen humor, otras veces con tolerancia y, en algunos casos, tratando de no enojarse”, añade Gandarilla, que ha publicado 450 años de la Fundación y del Carnaval cruceño .
Entre los autores de bandos, Cronenbold señala a Raúl Otero Reiche, Justo Bazán, Félix Bascopé, Humberto Vaca Pereira, Aquiles Gómez Coca, Auré Terán y Pedro Rivero Mercado. Asimismo, destaca el periódico El Peine, que continúa publicando bandos
Más datos
Concurso de bandos
Durante varios años, el Concurso de Bandos y Relatos Carnavaleros, organizado por el Diario Mayor EL DEBER, premió el humor y la creatividad de los autores cruceños. La Pascana, lugar donde en antaño se hacía la lectura de bandos en Carnaval, fue el lugar donde se realizó uno de los actos de premiación de esta tradición carnavalera.
Lectura en la plaza
La ACCC y las comparsas tradicionales organizan el Correo del Carnaval, que hoy, a las 12:30, tendrá a 12 comparsas distribuidas en las cuatro esquinas de la plaza 24 de Septiembre para leer los mejores bandos carnavaleros. A las 14:00, la fiesta se trasladará a la plazuela Calleja, donde se realizará el Bandeado con 16 bandas cruceñas.
REMEMBRANZAS DEL CORREO DEL CARNAVAL
Transcurrían los últimos años de la década de los 30. No podría precisar la fecha exacta en la cual ocurrió lo que se relata. Lo cierto es que un domingo anterior al primer día de Carnestolendas, presencié la llegada del Correo del Carnaval.
Algún oficioso atalaya lanzó de repente la voz: “¡Ya viene el correo!”. Entonces la gente comenzó a correr hacia un solo punto de convergencia.
Cabalgando un lerdo matusi de prominentes jitacuchises y de pura cepa criolla, hacía su ingreso a la plaza principal el correísta largamente esperado durante un año calendario. Cubierto el rostro con una careta de alambre y vestido con un traje cuya edad era difícil de calcular. Con poco esfuerzo el jinete detiene su caballejo en la esquina de la plaza, frente a la Prefectura. La tambora ha dejado de tocar y la gente guarda silencio. En este instante el correísta extrae de un bolsillo interno de su saco, un papel amarillento que desenrolla delante de la concurrencia. Con potente voz comienza a dar lectura al Bando de Carnaval, cuyas normas deben acatarse en la celebración de dichas fiestas (Remberto Gandarilla Suárez).
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