miércoles, 5 de febrero de 2014

El carnaval cambia pero no envejece nunca



No olvidamos a nuestras reinas y ellas no se olvidan del Carnaval cruceño. Lo recuerdan diferente a lo largo de estos años; con reinados que se vivieron en salones de baile, en corsos unos más brillantes que otros, algunos en precarnavaleras, pero siempre con mojazón y con alegría.

Pimpa Bruno aún se ve luciendo su traje de sacerdotisa china en el corso cruceño de 1946, cuando era alrededor de la plaza y no le antecedían las precarnavaleras, sino 11 noches de bailes de salón en el Club Social. “Fue inolvidable al igual que las fiestas populares que se hacían en casas humildes, las cuales visité con mucho gusto cuando fui reina del Carnaval” dice.
Similar pero distinta fue la experiencia de nuestra exsoberana Miriam Saucedo, la cual se paseó en uno de los primeros carros alegóricos más elaborados en 1969. Según relata parte de la tradición eran las fiestas de mascaritas en El Caballito, en donde las muchachas eran las que escogían con quién bailar.

Evelyn Baldomar, reina del Carnaval de 1986, rememora 28 precarnavaleras y comparseros que organizaban meticulosamente sus disfraces. Ella fue la última en ser coronada en el Club Social. “En ese entonces festejar en las calles era algo seguro”, manifiesta.

Por su parte, Natalia Cronenbold, soberana en 1997, recuerda seis precarnavaleras y el último año de El Caballito. “Nuestra comparsa se adueñó por completo del lugar para pasar una noche tranquila y sin desenfrenos”, cuenta. Para ella los tres días de mojazón eran en las calles del centro y no en parqueos como se hace hoy en día.

Al igual que la fiesta grande de los cruceños ha ido evolucionando con nuestra cultura también lo ha hecho la participación de las mujeres, que según la historiadora Paula Peña ahora es más activa. De aguardar a los varones en las casas de espera y transitar por las calles en pareja, ahora “están organizadas en comparsas; sin la necesidad de la invitación de los hombres para hacerlo”, indica.

Eso mismo resalta Alejandra Saucedo, reina del Carnaval en el 2000, a quien le sorprende que cada vez son más las comparsas femeninas. “Son las mejores, se llevan los premios por sus coreografías y sus impecables presentaciones”

Lo que hacen ellas en carnaval

“Disfruto el Carnaval como si fueran los últimos días de mi vida. Bailo hasta que me de calambre o se haga de noche”.
(Katiuzka)

“Carnavaleo haciendo lo que tengo ganas de hacer. Siempre tengo un plan diferente según mis ánimos y los de mis amigas”.
(Gabriela)

Punto de vista

Cultura carnavalera enraizada en los cruceños
Magaly Barba - SOCIÓLOGA

E­­l Carnaval como perfil cultural tiene que ver con la transposición de identidades, Su representación simbólica es la máscara, la cual nos resguarda para hacer lo que de otro modo no nos atreveríamos; eso promueve que las estructuras sociales, comúnmente fijas, se combinen y se confundan. Lo que coloca al Carnaval como un factor social donde las personas se sienten semejantes.

Por otro lado, el Carnaval es en sí un estimulador de la economía local, generador de empleos y estimulador de creaciones artísticas (música, alegorías, coreografías).

Como dinámica social y cultural en Santa Cruz se percibe un arraigo a la cultura local, que se refleja en el éxito de los grupos culturales que le dan una particularidad a la fiesta grande los cruceños.

Finalmente, la participación de las mujeres (como grupos) responde también a las diferentes formas de conquista de los movimientos femeninos (en formación profesional, generación de recursos propios) de los espacios históricamente detentados por los hombres




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