jueves, 2 de febrero de 2012

Personajes del Carnaval de antes

«El presidente podía caer, pero el carnaval seguía»
Arlinda de Dabdoub
Cristian Massud
Muchos la recuerdan como la pareja más carnavalera de Santa Cruz de la Sierra entre 1976 y 2001. Arlinda Álvarez Cuéllar y Gabriel Dabdoub Siwady llevaron la batuta de las ‘precas’, el minicorso y el corso, y se destacaron por sus trajes originales y su entrega a la fiesta grande.
En 2003 don ‘Gaby’ dejó este mundo y su esposa prácticamente se alejó del Carnaval. Hoy rememora esos buenos momentos que guarda celosamente en su corazón y a sus 73 años afirma que las puertas de su casa siguen abiertas para los comparseros, como antes.
- ¿Cómo era el Carnaval en su época?
- Era igual de alegre como el de ahora, obviamente algunas cosas han cambiado.
- ¿Cuándo fue la primera vez que usted saltó con su esposo?
- En 1975 mi hija mayor, Medul, fue reina del Carnaval cruceño. Un año después iniciamos nuestra participación con mi esposo.
- En los 70 ya se llamaban ‘precas’…
- Sí, siempre se llamaron ‘precas’. Eran de lunes a lunes. Comenzaban desde la calle Ingavi Nº 185 (la casa de los Dabdoub), recorrían la calle 21 de Mayo, hasta llegar a El Caballito, después se alternaban con el Mau Mau, donde se hacían algunas coronaciones, y en la plaza del Estudiante.
- ¿Cuál fue su primer traje?
El primero fue de camba cuando salimos con los Vagabundos. No mandábamos a hacerlos en el exterior, porque los elaboraban en Montero. Eran trajes con mensajes; un año por ejemplo fue referido a que la hora cruceña es puntualidad.
- ¿Cuántas comparsas eran?
- Entre ocho y diez.
- En los 70 ¿el Carnaval tuvo inconvenientes con la dictadura de Banzer?
- No, para nada. El presidente podía caer, pero el Carnaval seguía adelante. En 2003, un grupo de comparseros deseaba detenerlo cuando mi esposo falleció en la noche de la coronación de la reina. Eso pasó a eso de las 20:00 cuando nos estábamos vistiendo para el evento. Al otro día en el corso tuvimos que pasar con el féretro en medio de las sillas.
- ¿Cuál fue su mejor Carnaval?
- Todos fueron hermosos. Si me pregunta cuál fue el mejor traje respondería que fue uno hecho con palitos de picolé.
- ¿Guardó algún traje?
Lamentablemente no tengo ninguno porque algunos los regalé y otros los doné. Llegué a tocar las puertas de las autoridades para hacer un museo no solo para mis trajes, sino también para los de algunas reinas, pero nadie me escuchó. La única vez que los vi a todos fue cuando mi hija los expuso en un galpón a los dos años de que falleció Gaby. Cuando la prensa registró la muestra, me di cuenta que no querían a la pareja, sino a los trajes.
- ¿Saltaban en una comparsa?
- No teníamos comparsa, solo éramos una pareja para la apertura de los eventos.
- Desde hace ocho años usted no participa del Carnaval ¿Qué perdió?
- Mi esposo, pero aún así las puertas de mi casa seguirán abiertas para los comparseros hasta cuando yo viva.
- Cuénteme una anécdota
- Una vez cuando me tocó subir a la carroza no me di cuenta que mi traje se desprendió y mi marido me lo subió, y me dijo: “Mi amor, no se preocupe, se lo pongo en su cintura como a una rosa”.

Pippo Galarza
El consagrado peinador de reinas se dedica a este oficio desde hace 45 años y su aporte al Carnaval fue indiscutible por la calidad de su trabajo y también por haberle dado su sello personal a sus creaciones. La primera soberana que peinó fue Cinthia Roda (1970) y si se le consulta acerca de cuántas reinas fueron supervisadas por él, asegura que más fácil es contar las que no llegaron hasta su salón.

Justo Bazán
Fue un mítico personaje del Carnaval. Justo Román Bazán Simonés fue célebre por sus esperados bandos y fue presidente honorario de la comparsa Ku-Klux-Klan en 1966.
En su libro ¡Qué tiempos aquellos de mi viejo Santa Cruz! Aquiles Gómez Coca detalla que vestía un saco de parches y grandes bolsillos, que siempre llevaba llenos de papeles y otros documentos. Debajo, usaba una camisa puesta sobre otra y sus pantalones casi siempre dos o tres dobleces. Algunos de sus amigos afirmaban que era un poco loco y en sus horas cuerdas aprovechaban para saludarlo.

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