Los vecinos de los barrios del norte de la ciudad amanecieron ayer extrañados al ver que sus bolsas con desperdicios no habían sido recogidas por los camiones compactadores del operador privado Vega, pese a que el lunes es uno de los días de recolección en la zona. La firma brasileña a cargo del servicio argumentó que, como consecuencia del Carnaval, el personal faltó masivamente a su fuente laboral lunes y martes, comprometiéndose a normalizar hasta el viernes el servicio en toda la urbe.
La basura también comenzó a verse en los camellones de las avenidas y en los mercados, como el Abasto y el Mutualista, donde los vecinos y gremiales dejaron sus desechos generados durante el feriado.
“Debido al clima las bolsas acumuladas en las calles comenzaron a oler mal, provocando la aparición de muchas moscas, por ello pido a Vega que pronto se normalice la recolección”, se quejó Dolly Veizaga, vecina de la avenida Piraí.
“Esperamos tener regularizada la situación para el viernes en la noche”, dijo Luis María González, gerente de Finanzas y Administración de Vega.
Casas patrimoniales
Otra consecuencia de las carnestolendas es el atentado que hacen los participantes de la fiesta contra los inmuebles que son parte del patrimonio histórico de la ciudad. Pese a que la comuna los protegió con hule verde, algunos inadaptados lo rompieron para regar con tinta las paredes que recién fueron pintadas, como parte de un programa emprendido por la Alcaldía.
Los que quedaron a salvo fueron los edificios existentes a una cuadra de la plaza principal, donde había personal de seguridad de la comuna y mallas olímpicas.
“Estuve en el casco viejo a las 14:00 donde encontré cientos de vendedores de tinta y varios grupos de muchachos irreconocibles, sin casacas ni comparsas, correteando, manoseando y agrediendo a los transeúntes y a los carnavaleros que se refugiaron en sus garajes”, relató Jery Méndez, director del Centro de Patrimonio Histórico que emprendió la campaña Sí al carnaval protegiendo el patrimonio.
Pocos micros
Por otra parte, el transporte público desapareció de la ciudad causando desesperación en usuarios que debían llegar a sus fuentes de empleo. “Pasa un micro cada hora y va lleno, es un perjuicio”, reclamó Gladys Zabala, en La Ramada. Los taxis hicieron su agosto
Para saber
MALLA OLÍMPICA
Con esta protección se aseguró que las paredes de los edificios céntricos no sean dañadas por los carnavaleros que juegan con pintura.
Malos olores
Los olores a orina y heces ya eran insoportables ayer cuando salió el sol, pese a que empleados de Vega lavaron pisos con mucha agua.
Abundancia de desechos
Mercados como el Mutualista y el Abasto hasta el mediodía de ayer tenían los contenedores llenos de basura, a pesar de que la empresa recolectora las había recogido tres veces.
Pasajeros nerviosos
La gente que vive en barrios alejados del centro esperó por horas que pasen micros, pues tenían que asistir a sus fuentes laborales.
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